lunes, 3 de marzo de 2014

“El maratón es como la vida, en cada paso se viven muchas historias y con la línea de llegada mas que un final  comienza  un nuevo ciclo”


Arranco con esta frase a escribir sobre mi experiencia en el Maratón de Tokio, una ciudad mágica para correr, un circuito que ha logrado su ingreso al selecto grupo de Majors o mejor conocidos como los mejores maratones del mundo.

Es curioso que mis últimas participaciones en trazados de 42 kilómetros, lejos de ser el que corre me han permitido observar  lo que envuelve este tipo de eventos. Sin utilizar el tiempo en alcanzar la concentración necesaria para lograr una marca me he dedicado a pensar en cada detalle que deseo compartir con ustedes.

En Tokio, percibí un ambiente digno de una gran competencia, observé  una ciudad que por su historia y compromiso social trató a los atletas como héroes. Este tipo de acciones tienen que ver, entre otras cosas y así lo supongo, al grado de madurez que han desarrollado como seres humanos hacedores de sueños, de alcanzar metas, de ser  capaces de levantarse de circunstancias difíciles, en fin de admirar el poder del ser humano por vivir en plena armonía con lo que le rodea.

Tokio es una ciudad imperial, totalmente distinta en principios y valores a lo que estamos acostumbrados en Sur-América, no en vano la describen como "otra cultura."  El largo viaje, mas de 23 horas en avión atravesando el Atlántico, subiendo hasta el casquete Polar y bajando nuevamente hasta el trópico hacen que la expectativa aumente a medida que pasan las horas. Los aviones y las largas esperas entre las conexiones pueden utilizarse para escribir o devorar libros. En fin, hay  tiempo para eso y mas. Como lo haría un “ser de otra cultura” aprovechando el tiempo en enriquecer nuestro conocimiento, de eso se trata el estilo de vida en  el otro lado del mundo.

Llegar a Tokio era conectarnos en cuerpo y alma con un estilo de vida distinto. La comida, sus sabores, olores, Universidades, Monumentos, Templos. Es tener la posibilidad de en encontrar nuevos caminos para comprender las distintas formas de vivir.  En el maratón participaron 36.000 almas, con ideas, con sueños, todos dispuestos a dejar en cada paso  gritos de oración para que el viento los multiplicara cual bandera budista que ondea en los templos de ciudad.

El estado del tiempo obligó a los corredores a abrigarse, el día era soleado, sin embargo las secuelas de una estación que se iba y la plena transición a la primera se sentía en cada movimiento. La temperatura oscilaba entre los 3 y los 8 grados centígrados.   Por momentos, cual regalo divino, una sutil nevada cambiaba el paisaje variando la estrategia de los que   pretendían atacar el pelotón de líderes. 


Las condiciones eran las que eran, las que estaban, las que siempre han estado en esa época del año, así que a los participantes no les quedó otra opción que adaptarse al medio para alcanzar lo que se habían propuesto. Laurence Gonzalez escribía en su libro, “Quien vive, Quien Muere y Por que?  En la naturaleza la adaptación es lo mas importante. Debemos planear, pero también ser capaces de desprendernos del plan”. 

La pertinaz caída de nieve hizo que cada corredor adaptara su estrategia en función de lo que sucedía. Es imposible pensar que la misma forma de asumir un maratón terminará siempre con el mismo resultado y mas si tomamos en cuenta a Heráclito:  Cada vez que te metes en un rio, se trata de un rio diferente”

La adaptación es realizada por los atletas elites de manera inconsciente, es lo que garantiza su permanencia. Refiriéndonos a procesos Darwinianos podríamos decir que sobreviven los mas aptos y así fue como se logro imponer un nuevo record en la ruta 2:05:18, algo inédito para el trazado Nipón.

Nuestro caso, no tuvo el mejor desenlace, tampoco puede tenerlo siempre que nos proponemos alcanzar un reto. Edwar Lorenz Meteorólogo del MIT (Masachusstes Tecnical Institute) en 1960  descubrió que un cambio diminuto en un estado inicial era suficiente para producir modelos de tiempo completamente diferentes. Esto terminó en lo que conocemos como efecto mariposa.

Esta cita extraída de uno de los libros de cabecera del avión, resume lo sufrido en el Cuarto Maratón del Equipo de Proyecto Vamos. A miles de kilómetros de distancia  vientos de cambio en Venezuela tendría consecuencias en el desempeño en Tokio.  El equipo nunca logró conectarse con la actitud necesaria para lograr lo que exige "ganar" un maratón a diferencia de los corredores que pelearon hasta el final por implantar un nuevo record.

Escribiría  Laurence Gonzales conectarse con la actitud necesaria para sobrevivir. En el caso del maratón, cuando no se trata de vida o muerte, lo cambiaría por la actitud necesaria para ganar.

Cada experiencia es un aprendizaje, sin lugar a dudas en los procesos de liderazgo es necesario encontrar amor por lo que hacemos o como reza  en el Tao Te Ching:

La persona rígida es un discípulo de la muerte, los moldeables, flexibles y delicados amantes de la vida”










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