miércoles, 18 de noviembre de 2015

Organizarnos, andar caminos y alcanzar cumbres

En ocasiones se nos escapan claves, detalles y oportunidades, pero con la debida atención y preparación se logra el éxito.

Hace un par de semanas regresamos de Nepal, estar en las altas montañas de la cordillera Himalaya por más de un mes, me hizo pensar que escalar y estar expuesto a los cambios fisiológicos solo es posible cuando estás en perfectas condiciones físicas. Pues hay que revisar esa creencia, si piensan eso como yo pensaba están equivocados. Es un tema a recapacitar.
En ello interviene disponer de información cierta y útil. Organización e implementos. Plantearse interacciones en equipo. Y sobre todo, mantener firme el alma o espíritu de montañista.
Son muchas las variables a tener en cuenta al momento de ascender alturas consideradas extremas. La convivencia con los miembros de la expedición es un aspecto muy importante. A diferencia de la saturación de oxígeno o de la selección del material que llevas a la cumbre, este elemento aparentemente intangible termina siendo determinante.
Por eso, en esta nueva serie de artículos, con temas que una vez me sugirió mi gran amigo y excelente profesional Laureano Delgado, ahora contando con la visión estratégica de Germán Febres y el apoyo editorial de El Sumario, estaré compartiendo mis experiencias deportivas y de competición, junto a comentarios que agregan valor a lo primero, para que –aspiro– otros puedan identificar maneras o cursos de acción que faciliten el cumplimiento de sueños, alcanzar metas y hacer equipo. Es decir, escalar sus propias cumbres.
En el caso de Nepal, volviendo a la expedición, la aproximación a las montañas es lenta en comparación con Europa o Suramérica. Los remotos accesos y largos senderos contribuyen al proceso de acomodamiento o aclimatación, pero generan desgaste y cansancio que siempre tienen consecuencias en los resultados finales.
Nuestra experiencia reciente puede dividirse 3 en etapas claves para el trabajo grupal: La aproximación, el tiempo de ocio y el ascenso. Muchos afirman que a pesar de ir en grupo, en la montaña siempre estás solo; yo diría que lejos de estar solo siempre es un trabajo en equipo, aunque no debe entenderse por trabajo en equipo estar físicamente al lado de tus compañeros en forma permanente.

La aproximación


La aproximación es una fase de conocimiento, de descubrir a tu grupo, sus gustos, preferencias y ritmos. En esta etapa el elemento más importante es administrar la energía. Correr o ir más rápido no funciona, no es útil, todo tiene su tiempo, todo tiene su momento.

Tiempo de ocio

En las expediciones largas, hay muchos espacios de tiempo que pueden ser aprovechados de distintas formas. Algunos lo usan para conectarse y trabajar a distancia, como el caso de Miguel Ángel Pérezdiputado del Ebro y empresario español que lamentablemente falleció en el K2, en 2014, y que logró compaginar su vida laboral con su pasión.
En las montañas las noches son más largas y los días más cortos, lo que generalmente se traduce en más tiempo que puede ser usado para planificar o controlar la ansiedad que genera un reto de grandes magnitudes. Son estos los momentos donde el grupo debe estar más unido y cerca, sobre todo porque es donde más tiempo tienes para construir una relación a través del intercambio de ideas.

Ascenso

La fase del ascenso, es quizás para muchos la etapa cumbre o relevante porque te acerca o aleja del resultado tangible para la sociedad. Sin embargo, considero que es la etapa donde los escaladores son más vulnerables en caso de no hacerse fuertes en los momentos previos que construyen los cimientos de la expedición.
La salida a cumbre a media noche, el frío y las primeras horas de la madrugada hacen que cualquiera se cuestione los beneficios de seguir adelante. A partir de ese momento las decisiones son completamente individuales apoyadas por los cimientos grupales.
Es importante no confundir términos como equipo, grupo o egoísmo, somos personas y es fundamental respetar la pluralidad de criterios. En mi caso particular podría decir que uno de los motivos o razones de haber podido lograr las cumbres del Lobuche y del Imja Tse, -más allá del ánimo y afecto especial que me enviaban mis entrañables esposa e hija-, tiene una responsable, ella es Patricia Tacconi, la mejor compañera de expedición. Mis respetos a esa gran montañista, compañera de carpa y única mujer venezolana en escalar una cumbre de más de 8 mil metros.
Ya para concluir, esta vez, me atrevo a aseverar lo siguiente; hay equipos de orden cerrado y equipos de orden abierto, ambos funcionan dependiendo de la misión. Los hay con líder, jefe o coordinador y también sin ellos, compartimentados, que operan de manera horizontal. Los hay integrados por personas operativas, principalmente dedicadas a actuar, y los puede haber de pensadores, para el análisis o la reflexión, y para el asesoramiento, o entremezclados con funciones internas asignadas. Mas los equipos, todos, son un cuerpo y como tal debe funcionar. Para ello hay que cultivar y practicar la unión en torno a propósitos claros así como el compañerismo sincero (combinación de cordialidad, colaboración, respeto, confianza, franqueza, lealtad y solidaridad). Esto, en mi modesta opinión, fue clave para el éxito de nuestro grupo en el Himalaya 
y seguramente aplicable a muchos otros equipos que abarcan aspectos diversos de nuestras vidas, y en general del quehacer humano.

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