miércoles, 23 de septiembre de 2015

¿Por qué subimos montañas?

Después de 8 años, llegó el momento de regresar a Nepal, al Valle del Khumbu, morada de las montañas más altas de nuestro querido planeta. Muchos han sido los  venezolanos, que motivados por sus cumbres se han aventurado a visitar Nepal, compartiendo con su gente y aprendiendo de su milenaria cultura.

Es poca la información publicada y que se consigue con facilidad sobre expediciones venezolanas a la Coordillera de los Himalayas. Las gestas de Ramon Blanco, José Antonio Delgado, Luis Simoza, Patricia Taconni, Flor Boscan, Pablo Borja, Alfredo Autiero, Daniel Mora, Federico Pisani, Daniel Moreno, Giovanny Gil y por supuesto “Proyecto Cumbre” nos han inspirado a comunicar esta nueva experiencia que viviremos en las próximas semanas.

Es fundamental explicar y compartir que, generalmente estos viajes de varias semanas así como de máximo esfuerzo y concentración se terminan convirtiendo en una profunda reflexión y revisión de nuestra forma de ver la vida, de relacionarnos y hasta de comprender el ciclo que cumplimos como seres humanos. Es por eso que muchos de quienes hemos tenido la oportunidad de vivir una experiencia similar, hemos guardado imborrablemente en nuestros corazones, espíritus y memorias, cada paso, cada descubrimiento, cada intercambio con los moradores de esas latitudes, de esas cumbres tan altas.
¿Por qué subimos montañas? Para muchos esta es una actividad poco comprensible,  arriesgada y muy solitaria. Para otros es un reto y el resultado es hablar de conquistas.
Para nosotros es un revelar, un descubrir que va mucho más allá del simple hecho de prepararnos físicamente, de alcanzar un punto geográfico o de medir las horas, minutos y segundos en que subimos o bajamos. No se trata de una competencia, de ser más fuerte o más rápido, sino de entender que en cada paso descubrimos una nueva capacidad para transformar nuestros miedos en fortalezas, de identificar nuevas formas de hacer las  cosas, de apreciar la sencillez –al mismo tiempo trascendente– de los momentos.

Allá vamos, pero, antes de partir, les dejamos este recuento fotográfico de la gente que rodea las montañas, ese pueblo,  que aún no ha terminado de superar los efectos del fuerte terremoto que acabó con la vida de más de 9000 personas y que hoy sigue mostrando su rostro más alegre, a pesar de las dificultades.

Algo que en lo personal califico como muestra de ¡grandeza humana!




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